miércoles, 17 de abril de 2013



EL RASISMO


El racismo en el Perú se expresa de muy bariadas formas

Por Jorge Rendón Vásquez

Nuestro país está enfermo de racismo. No es un racismo oculto, sino ostensible y cotidiano, pese a no ser unapartheid legalmente admitido y a la existencia de leyes contra la discriminación que, en general, no se cumplen.

El racismo o discriminación racial implica la preferencia de los blancos y blancoides o blancones en el trabajo, en las instituciones privadas y públicas y en otros aspectos de la vida social, y la exclusión correlativa de los indios, negros y mestizos, considerados inferiores por los blancos.

Este racismo presenta dos manifestaciones: una originaria y otra, de sumisión.

La primera se manifiesta como discriminación y desprecio impulsados y practicados por gentes de raza blanca y otras con acusados rasgos faciales correspondientes a esta raza contra los indios, negros y mestizos. (Por mestizos se comprende al grupo humano resultante de las uniones de blancos, indios, negros, asiáticos y su descendencia.) Es el racismo que va de arriba hacia abajo, impuesto activamente por la diminuta cúspide blanca, poseedora del mayor poder económico de la sociedad, a través de sus maneras de pensar, actitudes personales y medios de comunicación social animados por modelos blancos. Este racismo es asumido por los mestizos de caracteres blancos (blancoides o blancones) contra otros mestizos menos claros que ellos, y obviamente también contra los indios y los negros. Cuanto más se asemeje el rostro de un blancoide al de los blancos su valoración personal será mayor y su desdén por las personas con rostros de rasgos indios o negros más acentuado. A raíz de esta discriminación, para muchos mestizos raciales o culturales la unión matrimonial o convivencial con una persona de caracteres más blancos que los suyos constituye un avance en su promoción social. Ciertas mujeres con rasgos blancos aceptan esas asociaciones, intuyendo que podrían ofrecerles la seguridad y la posición económica más elevada de su pretendiente. Los hijos comunes irán luego a colegios particulares con un alumnado preferentemente blanco o blancoide, y, si acceden a la educación superior y disponen de los recursos suficientes para el pago de las pensiones, continuarán en ciertas universidades privadas creadas para recibir a esos grupos racialmente claros y convertirlos en cuadros de los aparatos empresarial y estatal.

La otra faz del racismo se ubica en la conducta sumisa de los mestizos e indios frente a los blancos y en su actitud discriminatoria de sus propios congéneres, como una manera normal de vivir en la sociedad. Manifestaciones de este racismo inverso o de sumisión, que va de abajo hacia arriba, es la tendencia general en numerosos indios y mestizos a considerar a los blancos como sujetos superiores a ellos, a creerles más que a quienes no lo son, a obedecerlos sin reflexión si los blancos tienen el poder de mandar y a preferirlos en las múltiples relaciones sociales. Un policía, un militar, un juez y un fiscal mestizos serán más benévolos o condescendientes con un blanco o un blancoide que con un indio o un mestizo de rasgos indígenas, sobre quienes descargarán todo el rigor de la ley y los harán víctimas de sus abusos más execrables, en tanto que hallarán siempre para aquéllos una causa eximente de responsabilidad; los blancos y blancoides gozarán para ellos de preeminencia en el ingreso al trabajo y a ciertas instituciones y en los ascensos; un guardián mestizo dejará pasar a un blanco o blancoide y hará valer la prohibición contra un indio o un mestizo; un vendedor, funcionario o empleado mestizo dejará de atender a un indio o un mestizo más prieto que él para ocuparse de un blanco o blancoide que llegó después. Para este racismo de sumisión no existen el orden de llegada, la igualdad de oportunidades, ni, finalmente, la igualdad ante la ley. Parece obvio que el racismo originario sería menos agresivo o de hecho no existiría si el racismo de sumisión fuera erradicado de la conciencia de los mestizos que lo practican, como se extirpa un hongo parasitario que sólo puede vivir de la savia de la planta a la que se adhiere.

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